
De afrodisiacos a afrodisia: verdades y mentiras
Que si champán, que si fresas, que si ostras… Todos hemos oido hablar de afrodisiacos. De eso mismo quiero hablaros en este post: verdades y mentiras sobre los alimentos que prometen subirte «la libido«. Estamos cansados de ver películas en las que los protagonistas buscan comidas afrodisiacas para que las coman sus citas.
La RAE define afrodisiaco como «que excita o estimula el apetito sexual – aplicado a una sustancia». Y eso es exactamente lo que son (o lo que prometen ser): sustancias, más frecuentemente alimentos, que – hablando en plata- si te los tomas te pones cachondo.
Quizá el problema de los afrodisiacos esté en la idea que tenemos de ellos: creer que después de comer unas ostras y tomarte un cocktail de champán con fresas vas a querer arrejuntarte con el primero que pase o que va a haber una erección inminente, potente e inevitable. Cosa que, claro, luego no pasa.
Afrodisiacos: Las verdades
Es cierto que algunos alimentos, como la canela, fomentan la vasodilatación, haciendo más probable que la sangre vaya a zonas erógenas genitales como el pene, los pechos o la vulva. Lo mismo ocurre con el alcohol, que además produce inhibición de las funciones cerebrales (nos da «un empujoncillo»).
El marisco y las ostras son considerados también afrodisiacos y alimentos relacionados con el placer debido a su alto contenido en zinc y vitaminas, que fomentan la producción de la hormona testosterona.
Los frutos rojos o frutos del bosque como fresas, moras, arandanos, frambuesas… son ricos en antocianinas (que les proporcionan su caracteristico color rojo que da lugar a su nombre). Estas tienen capacidades antioxidantes y son fuentes de vitamina C y de fibra.
Como colofón final, hablemos del chocolate, el llamado «sustituto del sexo», que se considera afrodisiaco debido a su componente principal, el cacao, rico en estimulantes como cafeina, teobromina o feniletilamina, que crean sensación de bienestar.
Pero, ¿significa todo esto que despierten el deseo? Ya adelanto que no. Si algo tienen en común casi todos estos elementos es que son saludables y que tienen propiedades muy buenas, como es el caso de las ostras, que destacan por intervenir en procesos antioxidantes y de inmunidad, pero no hay suficiente evidencia científica como para afirmar que ningun alimento tenga realmente propiedades afrodisiacas.
Los afrodisiacos no existen. O al menos no existen como alimentos, sigue leyendo.
Y ahora, las mentiras
Las peliculas, series, libros y el mercado en general nos han hecho creer que existe alguna sustancia con propiedades mágicas que interviene en nuestro deseo y de repente: ¡PUM! se convirtió en chocapic y vamos por ahí cachondas como monas.
El deseo es algo mucho más complejo. De hecho, el deseo es muy muy muy complejo.
Analicemos por un momento las situaciones en las que solemos tomar afrodisiacos:
Ejemplo número 1.
Una cita con alguien que nos gusta. Queremos que haya un encuentro erótico.
En este caso, ya estamos pensando previamente en lo mucho que nos gusta esa persona y lo que queremos hacer con ella. Vamos a cenar juntos (luego, la otra persona asumimos que también tiene interés). Aprovechamos a pedir algo de la lista de afrodisiacos para fomentar el buen rollito.
Sorpresa: el buen rollito ya existe. No aparece por arte de magia con la bandeja de ostras que acabas de pedir. Tampoco con la botella de champán de 50 euros.

Ejemplo número 2.
Preparamos una cita con nuestra pareja.
Nos arreglamos. Elegimos qué nos vamos a poner. Visualizamos la cara que va a poner cuando nos vea con este modelito que hemos escogido. Pensamos qué vamos a comer, a donde vamos a ir… Todo esto te hace tener el momento en la cabeza y formenta el deseo. No lo ha hecho la copa de champán que te tomaste en la cena.
Es la misma ilusión que creer que lo que te sentó mal después de ir de fiesta es el último chupito en aquel bar cutre a las 8 de la mañana y no llevar bebiendo desde las 5 de la tarde del día anterior sin parar.
Ejercicio práctico:
Seamos claros. Qué crees que te pondría más: ¿tomarte unas fresas y una copa de champán con alguien que no te atrae o que alguien que sí te atrae te prepare un sandwich?
Estoy segura al 100% de que sería lo segundo. Pero no es porque el sandwich tenga propiedades afrodisiacas sino porque te lo ha hecho alguien que te atrae ya de por sí, es un detalle y lo valoras.
Las personas son afrodisiacas. Los momentos son afrodisiacos. Las situaciones son afrodisiacas. Los pensamientos son afrodisiacos. Los alimentos, en sí, no.
Si los alimentos fuesen afrodisiacos, los problemas de deseo serían tan sencillos de solucionar con que se tomasen unas fresas, como quien va al médico y le receta un analgésico para su dolor. Si los alimentos fuesen afrodisiacos, al comer fresas iríamos por ahí queriendo acostarnos con todo lo que se mueve. Y yo he tomado fresas, champán y marisco muchas veces y después sigo, siendo la misma.